En apretada síntesis, Pilar Arcidiácono sostiene que la dinámica de los programas sociales después de la crisis se caracterizó por la participación protagónica de la esfera de la “sociedad civil” en las diferentes etapas de la política pública; una mayor tendencia a la familiarización de las responsabilidades en materia de bienestar; un énfasis en la «mercantilización” de la fuerza de trabajo, a partir de fortalecer los mecanismos para trabajadores asalariados y la promoción del paradigma de empleabilidad, paradójicamente en un escenario de creciente informalidad y transformaciones en el mercado laboral, y finalmente una mirada residual y transitoria de los programas sociales que aparecen para cubrir ciertas deficiencias en el “mientras tanto”.