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José Antonio Marina

La pasión del poder

«Interesantísimo libro para una época de crisis galopantes y poderes desatados» (Jesús Ferrer Solà, Turia).
El poder no provoca sólo rechazo, sino también atracción, y muchos intelectuales? Platón, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Ortega, Foucault, entre otros? la sintieron intensamente. Pero, según el autor, también hay poder en el sexo y en el amor, en la familia, la religión y la empresa. El poder se camufla en la magia o en el secreto, por eso es difícil conocer su alcance y sus estrategias. Lo importante, decían los antiguos expertos, no es tu poder real, sino el que tus enemigos creen que tienes. Fiel a su proyecto sistemático, el autor ha elaborado un tratado sobre el poder y sus dramaturgias. ¿Por qué se desea tanto el poder? ¿Cómo se consigue? ¿Cómo se pierde? Centrándonos en el poder político, ¿cómo lo ejercieron los superpoderosos Augusto, Mahoma, los señores renacentistas, el papado, Napoleón, Hitler, Churchill, Stalin, Roosevelt, Kennedy, Rockefeller, las multinacionales? ¿Quién manda en el mundo? Los filósofos clásicos no entendían el fenómeno de la obediencia. Acaso en el fondo del alma humana haya un afán oculto de sumisión que convive con otro afán patente de libertad.
222 trykte sider
Oprindeligt udgivet
2010
Udgivelsesår
2010
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Vurderinger

  • Luis F. Guzmánhar delt en vurderingfor 4 år siden
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Citater

  • Luis F. Guzmánhar citeretfor 4 år siden
    «Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad.»
  • Eliezer Garciahar citeretfor 9 måneder siden
    Premio es también la desaparición de un sufrimiento, por ejemplo del miedo. Spinoza interpreta así el éxito del Estado: «El fin del Estado no es dominar a los hombres ni obligarlos mediante el temor a someterse al derecho ajeno, sino, al contrario, liberar a cada uno del temor, a fin de que pueda vivir, en lo posible, en seguridad, es decir, a fin de que pueda gozar del mejor modo posible de su propio natural derecho de vivir y de actuar sin perjuicio para sí y para los demás. El fin del Estado, digo, no es convertir en bestias o en autómatas a seres dotados de razón, sino, por el contrario, hacer que sus mentes y sus cuerpos puedan ejercer sus funciones con seguridad, y ellos puedan servirse de la libre razón y no luchen los unos contra los otros con odio, ira o engaño, ni que tampoco se dejen llevar por sentimientos inicuos. El verdadero fin del Estado es, así pues, la libertad» (Tratado teológico político).
    La estrategia para utilizar los premios es la promesa. El poder –dice Jouvenel– se rehace siempre con promesas. Cuanto mayor es el margen entre los deseos del hombre y la realidad de su existencia, mayor espacio hay para las promesas. El poder resulta así beneficiario de los deseos y carencias de aquellos a quienes quiere subordinar.
  • Eliezer Garciahar citeretfor 9 måneder siden
    todos los sistemas ultracomplejos necesitan tener estructura jerárquica

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