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Stefan Zweig

Mendel el de los libros

  • Mildred Osirishar citeretfor 5 år siden
    aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro
  • Tess Pedrohar citeretfor 10 måneder siden
    Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
  • Tess Pedrohar citeretfor 10 måneder siden
    Tuvieron que sujetarle. Y, por desgracia, sus gafas cayeron al suelo. El mágico telescopio que le permitía contemplar el mundo del espíritu se rompió así en mil pedazos.
  • Tess Pedrohar citeretfor 10 måneder siden
    todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme.
  • Mariana Azcárraga Quizahar citeretsidste år
    Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
  • Mariana Azcárraga Quizahar citeretsidste år
    aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro y, como quien dice, se habían esterilizado
  • b5844185166har citeretfor 7 år siden
    tal y como se sacude una máquina tragaperras estropeada que, desleal, retiene lo que le pedimos
  • Sophiehar citeretfor 20 dage siden
    Mendel ya no era Mendel, como el mundo no era ya el mundo.
  • Sophiehar citeretfor 20 dage siden
    Por cierto que aquella memoria sólo había podido ejercitarse y formarse de aquella manera diabólicamente infalible por medio del eterno secreto de cualquier perfección: la concentración.
  • Gretel Juarezhar citeretfor 24 dage siden
    , en aquella mesa y sólo en ella, leía él sus catálogos y sus libros, tal y como le habían enseñado a hacer en la escuela talmúdica, canturreando en voz baja y balanceándose: una cuna negra, bamboleante. Pues así como un niño cae
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