El niño que recorrió maravillado el campo, donde tuvo abuelos amorosos, conversó animadamente con los animales y criaturas misteriosas como los gnomos y hasta con una bruja mala, continúa viviendo en las páginas de la memoria. Por tales razones, este libro no comienza por el consabido «Había una vez…", sino con la ronda de los prodigios: Este diario mágico es un amuleto contra la mala memoria: no se contenta con los pocos restos de una ilusión o con fragmentos de sueños; abre sus páginas a las historias que se escriben con la fe dichosa de los niños y con toda la magia poética de la fantasía.