Elegí leer este libro primero por el título. Como emigrante, un día partí de mi país con todo lo que me cupo en una maleta, es decir, nada... Todo lo que tenía lo llevaba conmigo, y no eran cosas materiales.
Segundo, leí que Herta Müller, ganadora del Nobel de literatura de 2009, suele escribir sobre la dictadura de Ceaucescu y soy amante de los textos sobre dictaduras. Error, porque este libro no trata sobre eso. Pero sí trata de otro tema que he leído y me parece escalofriante, los campos de prisioneros de la Unión Soviética.
Este es un libro triste, desolador. Trata sobre una vida perdida, no solo por el campo de prisioneros en sí, sino por el campo de prisioneros mental que se debe construir el protagonista al ser homosexual.
Es una oda al hambre. Un libro hermosamente escrito.
Entiendo que objetivamente es un buen libro. Pero. Me durmió. Aunque hay pedazos que me gustaron mucho.
Es increíble el poder de la pluma de Herta Müller, al grado de provocar que objetos comunes, como el cemento, te generen una abalancha de sentimientos.