«La poesía de Eloísa trata al lenguaje con delicadeza y levedad. No hay poema suyo que no tenga un núcleo doloroso, una pequeña y terrible revelación. Si en sus libros anteriores (Humus, del 2005 y 1027, del 2010) giraban en torno a una mirada casi confesional, los poemas de este libro ganan creando sujetos donde se deposita la emoción. La sensibilidad es la misma: la de un cirujano que quita capas de piel para llegar al hueso. Bastan un par de breves pinceladas para presentarnos esas otras historias, un desdoblamiento del yo en otras voces, alejadas en el espacio pero cercanas, reflejos de un espejo roto. (…) Eloísa trabajó en un call center supervisando llamadas y es esa experiencia la que la motivó a escribir este libro. Ojalá todos los trabajos esclavizantes produzcan poemas así.» (Fragmento del prólogo del libro, firmado por Luciano Lamberti)