Por último vio que tampoco era el mujik, sino el diablo en persona, con cuernos y pezuñas; estaba allí sentado, riéndose a carcajadas, delante de un hombre descalzo, vestido solo con camisa y pantalón. Pajom miró atentamente para ver quién era ese hombre y se dio cuenta de que estaba muerto y de que era él.