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Bøger
Nigel Barley

Bailando Sobre La Tumba

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    El llanto es una válvula de seguridad, una cautelosa manera de «liberar presión» que evita otros arrebatos más dañinos
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    esos pequeños anticipos de la muerte que son el cuadragésimo cumpleaños o la pérdida de potencia física o sexual, también tienen que quedar señalados culturalmente. Imagínense lo bien que lo pasaríamos trazando el itinerario de nuestro declive en lugar de ocultarlo
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    De forma que a veces
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    No sólo puede llorarse formalmente la muerte en sí.
    Cuando a un jefe se le cae un diente, sus familiares entonan un lamento fúnebre, se enciende un horno y sus hijos se hacen cortes en la frente en señal de duelo; se trata de un tributo convencional de afecto al anciano por los alimentos que ya no podrá consumir.5
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    Sin embargo, en los funerales malayos y de Java está absolutamente prohibido llorar porque supondría una carga para el difunto
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    hombres, se hizo un profundo tajo en cada muslo, cortando los músculos perpendicularmente e, incapaz de tenerse en pie, cayó en medio del grupo del que después de un rato fue sacado a rastras por tres o cuatro parientes femeninos –su madre, su esposa y sus hermanas–, que inmediatamente aplicaron sus bocas a las heridas abiertas, mientras él yacía en el suelo, agotado... La ceremonia del luto es complicada, y la omisión de la conducta apropiada indicaría una falta de respeto que suscitaría gran resentimiento en el espíritu del fallecido
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    hombres, se hizo un profundo tajo en cada muslo, cortando los músculos perpendicularmente e, incapaz de tenerse en pie, cayó en medio del grupo del que después de un rato fue sacado a rastras por tres o cuatro parientes femeninos –su madre, su esposa y sus hermanas–, que inmediatamente aplicaron sus bocas a las heridas abiertas, mientras él yacía en el suelo, agotado... La ceremonia del luto es complicada, y la omisión de la
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    Todas aullaban y se lamentaban a pleno pulmón... Un hombre había ido a su choza a buscar un cuchillo de piedra, y luego volvió blandiendo el cuchillo. De pronto se lanzó entre el grupo de
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    de las mujeres, según la costumbre, se habían arrojado sobre el cuerpo, mientras otras permanecían de pie o se arrodillaban, clavándose las puntas de mazas guerreras y palos de ñame en la coronilla, desde donde la sangre les chorreaba por la cara
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    Sólo los hombres, al parecer, iban más lejos y se atravesaban la piel del pecho y los brazos con cuchillos, agujas y espinas. Una descripción de la reacción de los warramungas australianos ante la muerte ha acabado convirtiéndose en una especie de clásico:
    Al finalizar la tarde, justo antes de la caída del sol e inmediatamente después de la realización de varias ceremonias sagradas
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