Micky quería estudiar filosofía, pero, por sugerencia de su hermano, estudió Bellas Artes y se convirtió en tatuador. Trabajó un tiempo como empleado, hasta que pudo abrir su propio local y darle trabajo a un amigo. Ahí conoció a Mariana, tatuándole una estrella negra de cinco puntas en el cuello. Y también estaba trabajando cuando escuchó por la radio que un grupo de soldados británicos había destrozado un bar de argentinos en las Islas Canarias. En ese momento Micky no podía imaginar la ola de violencia que ese hecho remoto iba a desatar en los bares de Buenos Aires, ni la cobertura que los medios de comunicación harían de esto, y menos aún que en esas peleas iban a estar involucrados algunos de sus mejores amigos.