El tapiz amarillo

A veces pienso que si tuviera fuerzas para escribir un poco se aligeraría la presión de las ideas, y podría descansar.

No sé por qué escribo esto.

No quiero escribirlo.

No me siento capaz.

Además, sé que a John le parecería absurdo. ¡Pero de alguna manera tengo que decir lo que siento y lo que pienso! ¡Es un alivio tan grande…!

Tengo la sensación de que no vale la pena esforzarse por nada, y es horrible lo nerviosa y quejica que me estoy poniendo.

Lloro por nada, y me paso casi todo el día llorando.

Cuando está John no lloro, claro, ni con él ni con nadie, pero cuando estoy sola sí.

. ¡Estoy convencida de que para ella estoy enferma porque escribo!

¡Me da la impresión de que este papel «sabe» la mala influencia que tiene!

la mala influencia que tiene!

¡Me da la impresión de que este papel «s

be» la mala influencia que tiene!

Ojalá me curara más deprisa.

¡Desanima tanto que nadie me aconseje ni me haga compañía en mi trabajo!