Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura

El libro no es un instrumento moral. El libro no educa, no juzga, no alienta a tener un buen o mal comportamiento.

“No puedo imaginar qué clase de bondad puede tener un libro si es incapaz de hacer buenos a sus lectores”.

De hecho, una inclinación natural del lector tendría que ser la desconfianza hacia lo escrito;

Los libros deberían servir para avivar nuestro propio pensamiento y no para apagarlo con el pensamiento de la escritura ajena.

hombres en lo escrito que ya no piensan sino por ideas ajenas y llegan a creer que la única verdad está en los libros, sin considerar que lo que hay en los libros son “decires escritos”, esto es representaciones del habla y el pensamiento, reproducciones del diálogo (inteligente o no).

Generalmente nos equivocamos cuando creemos que un libro, por el hecho de serlo, es superior al diálogo, a la conversación, a la emoción inteligente y a la reflexión emotiva.

El lector escéptico puede incluso partir de la admiración y desembocar en la impugnación y aun en la herejía, y sin embargo seguir siendo un lector fiel, que se lee en un libro que ha tenido la virtud de disparar profundas inquietudes, múltiples dudas y no pocas discusiones consigo mismo y con el autor del libro.

“cuando se lee mucho y se piensa poco, el libro es un instrumento terriblemente eficaz para la falsificación de la vida humana”

La lectura habitual, en su sentido más exacto, es otra cosa. Es tener la necesidad de ir hacia los libros, las revistas, los periódicos, la internet, etcétera, como quien necesita también del transporte, el agua, la luz, los alimentos, los amigos, el contacto humano, el cine, la televisión, el deporte, el café, el esparcimiento en general y, desde luego, la escuela y el ámbito laboral.

lenas de cargas de significación, de historias personales y de pasajes decisivos en su existencia