Un hombre socialmente exitoso, religioso, casado felizmente, con hijos... Lo hemos oído muchas veces, se levanta una mañana y mata a toda su familia. Esta es la historia real de Jean Claude Romand, una historia que conmocionó a toda Francia en enero de 1993. Podría quedarse todo aquí, en un montón de notas de prensa sensacionalistas sobre el crimen, sus motivos y el posterior juicio. Porque había motivos sí, toda una vida de mentiras. Carrère coge esta historia y la investiga sacando a la luz una vida difícil de entender y, sobre todo, de sostener.
Esta es una novela corta, de un ritmo vertiginoso con dos historias paralelas y un mismo protagonista: Jean Claude Romand. Por un lado, Carrère recrea la historia de Jean Claude, basada en hechos reales, nunca sabremos hasta qué punto acierta Carrère; por otro lado, es la propia historia de Carrère investigando a Jean Claude, escribiéndose cartas con él, entrevistándose con él, sus vecinos y amigos, intentando desentrañar a Jean Claude, un hombre al que nadie nunca llegó a conocer.
Leyendo esta novela es fácil entender la meteórica carrera literaria de Carrère y su reputación.
Cierras este libro y te preguntas si la verdad está sobrevalorada.
Esta difícil poner en alguna categoría a este libro porque lo que narra cae en ese tipo de ensayo periodístico que causa conmoción tanto por su narración infame, sobre un individuo que en una noche de terror, asesina a su esposa, a sus dos pequeños hijos y a sus padres, y también intentó matar a su amante y después contar una sarta de mentiras y excusas que a quien lee, le parece simplemente bizarro entender como se salió con la suya.
Decir que me dejo estupefacta es poco, es indígnate la manera en como fue llevado todo este asunto y que al parecer ese piscopata ya fue liberado.
De quien escribió este libro me parece que al final le da la visibilidad que en realidad nunca se le debió haber concedido.
¿Me gusto? No estoy segura, tengo emociones muy encontradas y no son buenas.
Un texto entre ensayo, novela y crónica de aquello que, normalmente, escapa a la comprensión humana. A veces las palabras sirven para explicar y a veces, aun explicando, se quedan cortas.