El reto es saber cómo aplicar esta filosofía a nuestro trabajo cotidiano. ¿Qué tipo de información merece la pena conservar cuando no sabemos exactamente qué uso vamos a darle? El mundo cambia a una velocidad de vértigo, y la mayoría no nos centramos en un único ámbito creativo. ¿Cómo decidir qué guardar cuando no tenemos ni idea de lo que nos deparará el futuro?