—¿Y tú qué pierdes?
—¿Yo?
—Me estás diciendo que no piense solo en lo que voy a perder. Pero es que realmente puedo quedarme sin nada. Puede que no conserve la juventud que tengo ahora, ni la salud, ni el trabajo, ni la vida social que llevo con mis compañeras y mis amigas. Puede que tenga que renunciar a todos mis planes, a mi futuro. Tengo razones para pensar solo en lo que voy a perder. Pero tú, ¿qué perderías?