–Luke, tengo que hacerlo –digo, levantando la voz–. No entiendes lo que se siente estar sentada en una habitación, completamente impotente, y esperar para enterarte si las personas que amas están vivas o muertas.
–Claro que lo sé –eleva el volumen para igualar el mío–. ¿Cómo crees que me sentiría si me quedara aquí y te dejara ir?