Sarah Waters

El lustre de la perla

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La joven Nancy Astley vendía ostras en una pequeña ciudad portuaria en la costa de Kent hasta que un día llegó una compañía de variedades donde cantaba un joven encantador, Nancy se dejó seducir por su voz y por su gracia, y descubrió que en realidad era también una jovencita, como ella. La siguió a Londres como su asistenta, como su amante y como su compañera de actuación. Pero esto no fue más que el primer paso de una larga y muy peculiar educación sentimental. Porque en la Inglaterra victoriana, la transgresión, los «vicios» más secretos, surgían a cada paso que Nancy daba.
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575 trykte sider
Oprindeligt udgivet
2004
Udgivelsesår
2003

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Vurderinger

  • Alejandra Arévalohar delt en vurderingfor 3 år siden
    💞Superromantisk
    🚀Opslugende
    💧Tåreperser

    Ayyyyyyy

  • Sandylu Urcelay Cedillohar delt en vurderingfor 4 år siden
    👍Værd at læse
    💞Superromantisk
    🐼Vildt sød

    Conmovedor, sensual y apasionado.
    A través del personaje principal vives el romance, el deseo y la perdición del amor, a la vez deja ver una crítica a la sociedad y por supuesto, una mirada hacia la discriminación por orientación e identidad sexual que la protagonista vivió en su tiempo, pero puede ser fácilmente aplicable a nuestra realidad.

  • shayohar delt en vurderingfor 6 år siden
    👍Værd at læse
    🔮Overraskende
    💡Lærerig
    🎯Læseværdig
    💞Superromantisk
    🚀Opslugende

Citater

  • Alejandra Arévalohar citeretfor 3 år siden
    Cuando te conocí, siempre que pensaba en ti me encendía toda yo, como una lámpara. Tenía miedo de que la gente lo viera...
  • Alejandra Arévalohar citeretfor 3 år siden
    Ya podía estar cansada o aturdida; podía estar mareada de tanta bebida; podía tener las caderas doloridas por la menstruación, pero abrir aquel arcón, como ya he dicho, me excitaba siempre: era como un perro que se retuerce y babea para que su ama le grite ¡Hueso!
  • circehar citeretfor 5 år siden
    Acostadas en la cama, las susurrábamos en la oscuridad, y soñábamos nuestros sueños al compás de sus letras, y al despertar a la mañana siguiente seguíamos tarareándolas.

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