Incastigable

Jesús demostró que el deseo del Padre no es castigar a sus hijos pecaminosos, sino encontrarse con nosotros en nuestro pecado con perdón y reconciliación.

Una de las cosas que dificulta esto es que el arrepentimiento no es una especia de fórmula por la que hacemos que la gente pase, es un don que reciben del Padre.

Esta es la razón por la que el fruto genuino del evangelio en nuestras vidas no es que vayamos a la iglesia o que leamos nuestras Biblias u oremos, es que aprendamos a pensar, actuar y vivir en absolutamente cada área como un verdadero hijo del Padre.

En vez del castigo por el pecado, solo nos encontramos con Su amor y perdón, lo que significa que nuestro pecado se convierte en un lugar en el que la revelación de Su perdón y amor crece en más profundidad en nuestras vidas, acercándonos más a Él y madurándonos más a Su imagen

El infierno es, tal como dice Lewis, “el mayor monumento a la libertad humana”. Como dice Romanos 1:24 dice, Dios “los entregó... a sus deseos”. Lo único que Dios hace al final con las personas es darlas lo que ellas más desean, incluyendo su libertad de Él. ¿Qué puede ser más justo que eso?

El infierno empieza con un humor quejicoso, siempre quejándose, siempre culpando a los demás... pero sigues diferenciándote de él. Puede que hasta lo critiques en tu interior y desees poder pararlo. Pero puede que llegue el día en el que ya no podrás. Entonces no quedará nada de ti para criticar el humor ni para disfrutar de él, además de la queja en sí misma, que continúa para siempre como una máquina. No es una cuestión de que Dios “nos envíe” al infierno. En cada uno de nosotros está creciendo algo que SERÁ infierno a no ser que se corte de raíz.

No solo matarán a este Siervo, soportará el dolor, el sufrimiento, las heridas, ser molido y dañado. El pecado acarrea la desintegración del espíritu, del alma, del cuerpo y de las relaciones. Su castigo es la fractura y pérdida de shalom: la plenitud relacional con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la tierra en la que hemos sido diseñados a vivir y florecer.

En pocas palabras, Jesús desautoriza por completo a los castigadores recordándoles que ellos están, de hecho, en la misma posición que la persona que están queriendo castigar.

corazón duro es lo que nos mantiene encerrados en el temor que no es santo y en la auto preservación del paradigma del castigo, que es la matriz del pecado. Dios, que es el único justo castigador del pecado en el universo, y que lo castiga como acto de fidelidad del pacto, no está interesado y mantener a la humanidad pecaminosa en un estado en el que siga mereciéndose el castigo continuamente

El temor al castigo impulsa al paradigma del castigo, mientras que el temor de Dios, que en realidad es una dimensión de amor, es el que impulsa el paradigma del pacto relacional.