Inés Púrpura

Cuando volví a la otra orilla
supe que lo que más necesitaba en este mundo era mi fuerza.

A mí siempre me pareció pura magia
como esta poesía
que no va a cambiar ningún destino
ninguna vida
pero a mí
me hace sonreír.

corazón es también tu casa
detrás de la niebla
nuestras manos enlazadas
forman
pájaros.
Nuestro amor no es una catástrofe
ni una salvación;
es lo que edificó el viento.
Todas esas veces que sonreíste
floreció un jardín.

Hay que nombrar los finales
para entenderlos.

Ahora que el sol se partió
y el fuego yace apagado
como el corazón de la tormenta
como las estaciones dónde nos buscábamos
como las melodías que nos encontraban.
Ahora todo es pasado.
Somos fantasmas
un mito que solo existe en la memoria.
Ahora una selva me atraviesa.

No me puedo dormir
porque ya no puedo amar.
O estoy mintiendo
y tengo miedo.

en el sol que vino a buscarme.

A mí siempre me pareció pura magia
como esta poesía
que no va a cambiar ningún destino
ninguna vida
pero a mí
me hace sonreír.

Caminábamos sobre las piedras
y mi corazón temblaba.
Lanzarse de esa roca
era una epopeya mágica.
En el letrero de prohibido arrojarse
cada letra parecía prenderse fuego.
Una milésima de segundo
para cambiar la historia
volar o lamentarse de no ser un pájaro.
Salté.

El río me arrastró una tarde
traicionero
recordé tener calma
trepé agarrándome de unas ramas
y vi mi vida pasar.
Cuando volví a la otra orilla
supe que lo que más necesitaba en este mundo era mi fuerza.