Platón, termina asegurando que no se puede escapar de la injusticia porque la injusticia del alma (nuestro verdadero ser) es como una enfermedad del cuerpo. La persona injusta es infeliz y no se soporta a sí misma. Es mucho mejor ser alguien justo con la conciencia tranquila porque solo de esta manera nuestro verdadero ser, nuestras almas, encontrarán la armonía y el equilibrio.