Beatriz Velázquez Dávila

al baño. Lávate los dientes. Ponte los calcetines. Ponte los zapatos. No pegues a tu hermana. Limpia

hay que preguntarse por qué el cambio es tan lento, sino por qué los hombres se resisten.

que los hombres simplemente se sienten con derecho a nuestro trabajo.

de hacerlo».

A veces un puro no es solamente un puro, y olvidar no es solo olvidar.

Puedes coger las naranjas y quedarte con ellas? Me está agotando”. No puedo confiar en qu

Recurrir a la atención limitada es comunicar que uno no está disponible, y cuando en última instancia alguien tiene que realizar la tarea, el olvidadizo hace valer su derecho a no acudir. ¿Quién tiene margen para olvidar en la crianza? ¿Quién soporta la carga de esa falta de atención?

Los años de gloria son cuando están en primaria», dice Nicole, madre de dos estudiantes de secundaria en Portland. «Luego llega la educación secundaria

Alguna vez se le pasó por la cabeza al hombre que la mujer también tenía un derecho inalienable a la vida, la libertad y la búsqueda de su felicidad individual?», preguntó en 1855 Elizabeth Cady Stanton a su primo en una carta.

Nadie renuncia a sus privilegios voluntariamente —afirma la neurocientífica Lise Eliot—. Hay que ser muy ilustrado para hacerlo».

Quizá los hombres sean mucho más responsables de eso de lo que les gustaría admitir. Hay algo de verdad en ello», admitió finalmente