Ella nos enseñó que la física nos servía para pensar mejor, para entender cosas que nos pasaban todos los días. Nos mostró que, con una fórmula, podíamos representar el flujo de la sangre por un vaso sanguíneo, y de paso entender por qué los aviones no se caían aunque llevaran un equipo completo de pesados fisicoculturistas a bordo. Mientras nos traía torta hecha por ella para mimarnos un poco, nos enseñaba que la ciencia era una lente para mirar el mundo.