Mi mejor amigo se llamaba Andréi. Le han hecho dos operaciones y lo han mandado a casa. Al medio año le esperaba una tercera operación. El chico se colgó con su cinturón. En la clase vacía, cuando todos se fueron corriendo a hacer gimnasia. Los médicos le habían prohibido correr y saltar. Y él se consideraba el mejor futbolista de la escuela. Hasta… Hasta la operación.
Aquí tengo muchos amigos. Yulia, Katia, Vadim, Oxana, Oleg… Ahora Andréi.
—Nos moriremos y nos convertiremos en ciencia —decía Andréi.
—Nos moriremos y se olvidarán de nosotros —así pensaba Katia.
—Cuando me muera, no me enterréis en el cementerio; me dan miedo los cementerios, allí solo hay muertos y cuervos. Mejor me enterráis en el campo —nos pedía Oxana.
—Nos moriremos —lloraba Yulia.
Para mí el cielo está ahora vivo, cuando lo miro. Ellos están allí.