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le pasaba por el pensamiento la diligencia y codicias del ambicioso cortesano, ni la confianza y presunción de la dama celebrada por sólo el voto y parecer de sus apasionados.
no le pasaba por el pensamiento la diligencia y codicias del ambicioso cortesano, ni la confianza y presunción de la dama celebrada por sólo el voto y parecer de sus apasionados.
sacó del seno un papel donde tenía envueltos unos cordones de seda verde, y cabellos, ¡y qué cabellos! y poniéndolos sobre la verde yerba
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