bookmate game
es

Penelope Ward

  • Estrella Colmenareshar citeretsidste år
    —Este no es el momento ni el lugar para discutir sobre el caso. No tengo por costumbre discutir asuntos legales vestido de Buddy el Elfo.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    Me gusta mucho fastidiarte. Todo esto empezó como una forma de vengarme de mi padre… torturar a la hija de Sarah. Pero, al final, lo de joderte se ha convertido en un juego para mí. Esta noche, cuando he visto que te echabas a llorar, me he dado cuenta de que me había pasado y que para ti no es ningún juego. Aunque te cueste creerlo, no quería hacerte daño, y fijo que tampoco me pienso quedar a un lado viendo como otros te lo hacen.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    No hagas eso.

    —¿El qué?

    —Has apartado la mirada. Es culpa mía. He hecho que sintieras que no tenías que mirarme… el rollo del respeto por ti misma y esas chorradas. De todo lo que haya podido decirte, esa es la mentira más

    podrida
    de todas, y es lo que más siento. Había empezado a bajar la guardia y eso me daba miedo. No tengo ningún problema con el modo en que me miras. El problema es lo que

    yo
    siento cuando lo haces. Siento cosas que se supone que no tengo que sentir, que

    no puedo permitirme
    sentir por ti. Pero al mismo tiempo, me sentía fatal cuando dejabas de mirarme, Greta.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    Pues en realidad hay una gran diferencia. Eres la única chica del mundo que está prohibida para mí y, joder, eso hace que te desee mucho más que ninguna otra cosa.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    —Sé que te resultará difícil entenderlo. No te he contado nada sobre mi

    relación con Randy. Si no tienes todos los datos, si no entiendes de verdad cómo es mi madre, no tiene sentido. Pero quiero que sepas que si pudiera, me quedaría contigo. —Me dio un casto beso en los labios y siguió hablando—. Sé que a pesar de lo que te dije, anoche me diste un pedacito de tu corazón. Y aunque he tratado de evitarlo, yo también te di un trocito del mío. Sé que tú también lo has sentido. Quiero que conserves eso como un tesoro. Y cuando algún día decidas entregar el resto de tu corazón a otro hombre, por favor, asegúrate de que es alguien que te merece.

    Elec me dio un último beso desesperado. Los ojos me escocían. Cuando me soltó, lo sujeté por la chaqueta, no quería que se fuera. Él esperó hasta que mis manos lo soltaron, y entonces se dio la vuelta y se fue.

    Así, sin más, salió de mi vida de un modo tan inesperado como había entrado.

    Me quedé junto a la ventana, y deseé no haberlo hecho cuando vi que se volvía a mirarme por última vez antes de entrar en el taxi y llevarse con él ese trocito de mi corazón. La parte que me quedaba estaba hecha pedazos.

    Esa noche, muy tarde, mi móvil sonó. Era un mensaje de texto de Elec, con un link.

    En el avión se me ocurrió que si cambias el orden de las letras de Greta, tienes GREAT, genial. Greta = Great. En realidad eres increíble. No lo olvides nunca. Esta canción siempre me recordará a ti.

    Tardé varias horas en reunir el valor para clicar en el link. La canción era «All I wanted», de Paramore. Iba sobre querer a alguien a quien no puedes tener y querer revivir el poco tiempo que has podido pasar con esa persona.

    Yo me puse la canción una y otra vez en un ciclo tortuoso que incluía aspirar su olor en la camiseta suya que yo aún llevaba puesta y en las sában as. Durante los siete años siguientes, Elec solo se puso en contacto conmigo en

    una ocasión.

    Una noche, casi un año después de que se fuera de Boston, yo había salido con Victoria. Justamente había estado pensando en él, y recibí un mensaje de texto que me sacudió de arriba abajo.

    Aún sueño con tu cuello. Aún pienso en ti cada día. Por alguna razón, necesitaba que lo supieras esta noche. Por favor, no me contestes.

    No lo hice.

    Aunque los ojos se me llenaron de lágrimas cuando leí el mensaje, no contesté. No se había puesto en contacto conmigo en todo ese tiempo, y supuse que estaría borracho. E incluso si no lo estaba, eso tampoco cambiaba nada. Ahora lo sabía. En realidad, me había convertido en una experta en ocultar mis sentimientos por Elec. El hecho de que estuviera tan lejos lo hacía posible. Las dos veces que me decepcioné a mí misma cediendo a la curiosidad y buscando su nombre en Internet, descubrí que ni siquiera estaba en las redes sociales.

    Además, ahora que Elec ya era adulto, Randy había dejado de viajar a California.

    Pero, incluso después de siete años, el corazón me dolía cuando pensaba en la noche que pasamos juntos. Así que hacía lo posible por no hacerlo… Ojos que no ven corazón que no siente. El dicho puede servir como apaño provisional, hasta que un día pasa algo que te obliga a enfrentarte a aquello de lo que has estado huyendo. Y es entonces cuando las barreras mentales que has levantado para protegerte se caen de golpe.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    La voz profunda y rasposa de Elec me atravesó.

    —¿Es verdad eso, Greta?

    Dejé caer el tenedor.

    —¿Si es verdad el qué?

    —Que no nos llevábamos bien.

    Desde luego, solo yo podía entender el verdadero significado de la pregunta. Y no entendí muy bien por qué se ponía a atosigarme en medio de una situación que de por sí ya era bastante incómoda.

    —Tuvimos nuestros momentos.

    Sus ojos me miraron encendidos, y bajó la voz.

    —Sí, los tuvimos.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    Yo no me había traído pijama, así que me lié en una sábana y me tumbé. Desolada por la bomba que había dejado caer al decirme lo de la propuesta de matrimonio y dolorosamente excitada por lo que había añadido después, supe que dormir no estaba entre mis perspectivas para esa noche.

    Pasó media hora. Como un

    dejà vu
    , con los números rojos del despertador digial acosándome.

    El tono de mensaje de mi móvil sonó a las dos de la madrugada.

    Si esta noche llamo a tu puerta, no me dejes entrar.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    Quédate conmigo al teléfono, Greta. Cierra los ojos. Intenta dormir. Pero quédate al teléfono.

    Me eché el edredón por encima.

    — ¿Elec?

    — Sí…

    —Tú eres lo mejor que me ha pasado nunca a mí. Ojalá algún día pueda decir que eres

    una
    de las mejores cosas, pero por el momento solo estás tú.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    Necesito explicarte una cosa.

    — Vale…

    —Esta noche, cuando estábamos en el callejón y me pediste que no volviera con Chelsea, me ha afectado. Hay una parte de ti que no acaba de creerse que esto es real y sigues traumatizada por el hecho de que en el pasado te dejé. Cuando te

    oí antes me di cuenta del daño tan grande que te hice, de lo mucho que me queda por compensarte.

    —Estaba especialmente sensible en ese momento, y sobre todo después de haber pasado el día leyendo tu libro. Tenía los sentimientos a flor de piel, incluido el mayor de todos.
  • Valentina Bernalhar citeretsidste år
    Su boca se distendió en una sonrisa.

    —¿Cómo solías llamarme?

    —¿A qué te refieres?

    —«Mi queridísimo hermanastro», ¿no era eso? ¿Era por mi personalidad arrolladora? —Se volvió hacia Chelsea—. En aquella época yo siempre estaba jodiendo.

    Siempre estaba jodiendo. No lo dijo en ese sentido, claro, pero no pude evitar que mi cabeza pensara automáticamente en otra cosa.

    —¿Cómo sabes e so?

    Él me sonrió con expresión pícara.

    Sonreí.

    —Oh, es verdad. Olvidaba que siempre escuchabas mis conversaciones a escondidas.

    —Vaya, pues parece que después de todo no lo pasabais tan mal — dijo

    Chelsea mientras nos miraba inocentemente al uno y al otro.

    —Sí —contestó él, mirándome con unos ojos encendidos que no tenían nada de inocentes.
fb2epub
Træk og slip dine filer (ikke mere end 5 ad gangen)