Carmen Torres

  • Mariana Castellanoshar citeretfor 2 år siden
    —Algunas cosas existen en nuestras vidas sólo durante un breve momento y debemos dejarlas ir para que iluminen otro cielo.
  • Lorehar citeretfor 5 dage siden
    Pues la maravilla del primer amor nunca puede igualarse.
  • Lorehar citeretfor 4 dage siden
    —¿Qué me estás haciendo, pequeña calamidad? —susurró él.

    —Si soy una calamidad, deberías guardar las distancias, a menos que quieras que te destruya. —Sin soltar el arma, le dio un empujón en el pecho.

    —No. —Las manos de él bajaron a su cintura—. Destrúyeme.
  • Lorehar citeretfor 3 dage siden
    Algunas cosas existen en nuestras vidas solo durante un breve momento y debemos dejarlas ir para que iluminen otro cielo.
  • Lorehar citeretfor 3 dage siden
    Tienes toda la razón. No eres mía. —Dejó caer la mano de la puerta—. Yo soy tuyo.
  • Lorehar citereti forgårs
    —Quédate conmigo esta noche —dijo ella—. Sin reparos. Sé mío.

    Los ojos de él se encendieron.

    —Siempre he sido tuyo. —Le sujetó la barbilla—. Como tú siempre has sido mía.
  • cristel2089har citeretsidste år
    Debe decirse. Estas verdades, por muy duras que sean, deben decirse
  • Mariana Castellanoshar citeretfor 2 år siden
    Lo menos que podía hacer era fingir que no lo estaba esperando.

    Que se merecía algo mejor.

    ¿De verdad le importaba? Aquel pensamiento significaba ponerle cara a la idea más peligrosa de todas:

    Que le importara significaba que ejercía un poder real sobre ella, que influía en su corazón.
  • Mariana Castellanoshar citeretfor 2 år siden
    Cuando los labios del califa siguieron por su cuello y sus palmas resbalaron por su estómago hasta los lazos de su shamla, supo que él tenía razón.

    No sería lo mismo.

    Pues aquello era necesidad sin límites; aquello era un cuerpo de agua y un alma de ceniza.
  • Mariana Castellanoshar citeretfor 2 år siden
    Cuando sus dedos agarraron el picaporte, hizo una pausa.

    —Nunca vuelvas a hacerme eso. —Su voz era baja y áspera.

    Llena de un dolor inconsolable.

    Dio un portazo al salir.

    Su ausencia era palpable. Una parte de Sherezade casi se deleitaba en ella: el recuerdo de que aquello era resultado del enorme sufrimiento que sus manos habían causado. La otra parte anhelaba ir tras él, pues sabía que era posible conquistarlo si lo hacía.

    Enterró la cara en los cojines y empezó a llorar.

    Al fin había descubierto una debilidad real.

    Ella.
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