Cuando hacia mitad del siglo XIX se comenzó a estudiar la posibilidad de eliminar el sufrimiento en el parto mediante la anestesia, se abrió un debate teológico. ¿Cómo osaba la ciencia desafiar el castigo divino, aquella resonante condena a Eva en el Paraíso: «Parirás con dolor»? Hubo que esperar hasta 1956 para que el Papa Pío XII declarara «no ilegítimo» el parto sin dolor.