Susana Andrés Font

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    Qué extraño —dijo Wolfgang—, fuera reina un silencio espectral, la luna brilla y aquí dentro interpreta usted una vida aparente. Y nosotros llegamos, no sabemos nada de las circunstancias del primer acto y permanecemos serios.

    Rheinsberg

    Kurt Tucholsky, 1912
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    Miércoles, 24 de mayo de 1922

    EL OSO ESTABA erguido, parecía bailar. A su lado, el ciervo inclinaba hacia el suelo su poderosa cornamenta como si se rindiera. Rita acarició con los dedos el frío cobre de las feroces cabezas de león, que también estaban grabadas en la barandilla de hierro del puente y destellaban la luz amarillenta de las farolas. Alzó la cabeza y vio pasar el tren por la vía elevada, recortándose en el cielo de Berlín como la cola de un cometa, para desaparecer en la incipiente oscuridad nocturna en dirección a la Potsdamer Platz. Los faros se reflejaron en la negrura del agua, a sus pies
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    Había sido un día cálido en el que ya se insinuaba el verano, y durante el cual habían caído un par de chaparrones. El tiempo propio de abril en mayo. Un ligero viento se levantó en ese momento, empezó a jugar con las pequeñas hojas de las hayas y los tilos, acarició los troncos de un gris plateado que brillaban en el crepúsculo, y Rita se estremeció. Se agarró a la barandilla y bajó la vista hacia el agua que corría por el Landwehrkanal. La atracción del abismo.

    En los primeros años de su matrimonio, ella y Konrad solían ir a bañarse, preferentemente en el Wannsee, donde la playa de arena se adentraba con suavidad en las pequeñas olas y el agua les bañaba los pies mientras la cabeza de Konrad subía y bajaba como una boya en el lago. Como ella no sabía nadar, se quedaba allí a contemplar el margen verde de la orilla, a los niños que jugaban. Sonrió a
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    Amo Berlín, pero me tiemblan las rodillas y no sé qué comeré mañana, pero me da igual. Estoy sentada en el Josty en la Potsdamer Platz disfrutando de las columnas de mármol y de unas vistas estupendas. […] Solía vagabundear por la Leipziger Platz y por la Potsdamer. De los cines sale música […] Y todo es canción.

    La chica de seda artificial, IRMGARD KEUN, 1932
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