El Deseo Consumista se alimenta de la ilusión de llegar a la felicidad de manera facilista o trabajando duro (de manera obsesiva); sin dar espacio a la reflexión, ya que las respuestas ya están armadas y viene de afuera. Solo hay que responder rápidamente a lo que surja, sin discriminar si es algo que realmente yo deseo y cuáles son los costos del mismo (emocional, físico, relacional, ambiental). Este deseo se asocia más a la impulsividad, a la exigencia, a la falta de actitud crítica, a una gran ansiedad y un continuo activismo, que muchas veces termina en estrés y en frustraciones que deprimen.
El Deseo Consumista está en sintonía con el Sistema Capitalista- materialista y los dogmas, y busca ser un fin en sí mismo.
El Deseo Vital sintoniza con la espiritualidad, ya que esta última es nuestra conexión particular con lo trascendente, con nuestra interioridad, y busca que liberemos nuestros anhelos profundos (dejando de lado los condicionamientos adquiridos), que los traigamos a la conciencia y sigamos nuestro propio camino (único y particular) que el deseo nos marca, aceptando los desafíos del mismo y resistiendo los embates de la sociedad que busca homogeneizarnos e imponernos sus deseos establecidos. Los deseos vitales son los que dan un sentido profundo a nuestra existencia.