Antonio Santa Ana

  • Lucíahar citeretfor 2 år siden
    de los motivos porque quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y misterio, a menos que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos ojos que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, es en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha.
  • Lucíahar citeretfor 2 år siden
    Comprendí que la luz del sol es despiadada, son las sombras las que nos protegen.
  • Erikahar citeretfor 4 måneder siden
    —Tal vez lo bueno de los abismos sea —concluyó la abuela— que se pueden hacer puentes para cruzarlos.
  • Erikahar citeretfor 4 måneder siden
    La memoria suele tender muchas trampas.
  • Erikahar citeretfor 4 måneder siden
    Comprendí que la luz del sol es despiadada, son las sombras las que nos protegen.
  • Kiara Steffanyhar citeretsidste år
    Uno de los motivos porque quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los otros intolerancia. En los de la abuela veo lastima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá miedo y reproche. En tus ojos curiosidad y misterio (…) los únicos ojos que me miran igual son los de mi perro siberiano Sacha.
  • Kiara Steffanyhar citeretsidste år
    Mi madre cultiva y cuida sus hierbas con un amor y una dedicación que creo no nos dio a nosotros.
  • Kiara Steffanyhar citeretsidste år
    En la literatura hay una gran tradición de viajes, no me refiero a los espaciales ni a los de piratas, sino a esos viajes que los protagonistas realizan para volver al mismo lugar pero transformados.
  • Kiara Steffanyhar citeretsidste år
    —La gente no entiende nunca al que es diferente. En una época los metían en manicomios, en otras en campos de concentración —suspiró—. La gente le tiene miedo a lo que no entiende. Si la sociedad margina a los que son diferentes, qué destino puede tener un perro que tiene las orejas un poco más grandes.

    Otra vez se hizo silencio. Yo lo rompí.

    —¿Por qué los viejos están tan enojados con vos? —Pregunté rápidamente y casi sin respirar.

    —Porque tengo SIDA —contestó.
  • Kiara Steffanyhar citeretsidste år
    Revisaba todos los estantes aún los de los chicos más pequeños. Me entretuve buscando a Wally, o algo parecido, a pesar de que nunca me gustaron esos libros. Y de repente me encontré con una pila de María Elena Walsh.

    Los abrí, los hojeé. En uno de ellos, no recuerdo en cuál, me encontré leyendo o cantando o no sé: «Mírenme soy feliz/ entre las hojas que caen/ cuando atraviesa el jardín/el viento en monopatín». La canción del jardinero. La canción con la que me acunaba Ezequiel.

    Sentía su voz en mi cabeza. «Yo no soy un bailarín/ pero me gusta quedarme/ quieto en la tierra y sentir/ que mis pies tienen raíz». Ezequiel.

    Y otra vez la sombra del ave de rapiña, cada vez más cerca.

    Creo que me mareé, o no sé bien que pasó. Lo que recuerdo es la pila de los libros en el piso. Toda la obra de María Elena Walsh tirada. La cara de espanto de la embarazada y yo corriendo como alma que lleva el diablo. Supongo que todos pensaron que me había robado algo.

    Sé que no paré de correr hasta el río. Lloraba. No me podía sacar de la cabeza la cara de la gorda, el ave de rapiña, los libros en el piso.

    Y la voz de Ezequiel cantando: «Aprendí que una nuez/ es arrugada y viejita/ pero que puede ofrecer/ mucha mucha mucha miel».
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