El cuento de Liliana Blum, insuperable. El de Carlos Velázquez, medio fuera de contexto… y eso que yo vivo en Tijuana. El libro tendió más a retratar casos de padres (varones) violentos y abusadores, que de mamás autoritarias. De estas, más bien algunas fueron narcisistas.
Me encantó el prólogo, fue la parte quizá más real y crítica. Los cuentos, como compendio, me parecieron que tendieron más hacia las perspectiva de hijos que no quieren ser padres, que de padres o madres que hayan sido hijos o hijas abusados. Y, aunque eso está bien, sí lo hace menos crítico, aunque por ninguna vía sean justificables estas violencias.