José Soto Chica

  • Josmary Pirelahar citeretsidste år
    Llovía. Agua fría en un atardecer de acero. Agua mezclada con sangre. El caos y la tormenta. La desesperación y la destrucción de un ejército.
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    Gritos. Muerte. Sangre. Lluvia. Se abren paso a fuerza de lanza y espada.
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    «Somos hijos de un Dios furioso. Un Dios que habita en una espada», recuerda las palabras de su padre.
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    —Lo hemos cambiado todo, Valtario —dice al fin el rey.

    —¿Cambiado?

    —Sí, ahora son ellos los que tienen miedo. El tiempo de los romanos ha terminado. Ahora es nuestro tiempo. Ahora decido yo: decido si asaltar esas murallas o seguir hasta Malaca; decido si deben morir o vivir; decido si hago cautivos o no. Ellos pasan miedo; nosotros cobramos vidas y botín.
  • Carlos Vasquezhar citeretsidste år
    Es interesante resaltar que esta expansión agrícola se producía a través de particulares, de la iniciativa privada y siguiendo la demanda del mercado. Al contrario que imperios más modernos, como el británico, que restringían o fomentaban monocultivos como el algodón para los textiles o la caña de azúcar, el Imperio romano fue poco intervencionista en agricultura.
  • Carlos Vasquezhar citeretsidste år
    Ese era el verdadero problema: el sistema impositivo romano del siglo IV estaba diseñado para sostener al Imperio en situaciones de normalidad política y económica y, a partir del 350, esas situaciones, a causa de las guerras civiles y del fracaso militar frente a los bárbaros y persas, se fueron volviendo cada vez menos frecuentes y obligaron al Estado a llevar a cabo exacciones extraordinarias, apresuradas y desmesuradas.
  • Carlos Vasquezhar citeretsidste år
    Aunque es cierto que las fuentes recogen casos de dificultades en la recluta, por ejemplo los de los famosos múreos, esto es, mutilados que se cortaban los pulgares para librarse de ser enrolados, y que la legislación de Valentiniano y Valente (364-378) está llena de durísimos castigos contra los que trataban de evadir su alistamiento, lo cierto es que hay que sopesar que dichos casos se dieron sobre todo en Italia y que en lugares como las Galias, Iliria, Tracia o Asia Menor, esto es, en los verdaderos semilleros de reclutas para el ejército romano del siglo IV, nunca tales problemas se volvieron sistémicos
  • Carlos Vasquezhar citeretsidste år
    Ya señalé otras dos cuestiones fundamentales: el cada vez mayor desapego de las élites hacia el poder central y el acaparamiento de poder en manos de un solo alto mando del ejército occidental: el magister peditum in praesentis.
  • Carlos Vasquezhar citeretsidste år
    En todos los casos anteriores se demostró la realidad más contundente y menos visible del Imperio romano: que, en última instancia, dependía de la buena voluntad y colaboración de las élites regionales y locales para poder controlar y gobernar de forma efectiva un territorio tan extenso.
  • Carlos Vasquezhar citeretsidste år
    ¿Por qué esta exagerada tendencia de las élites romanas del siglo IV a la rebelión y a la guerra civil? Pues porque en un Estado imperial en donde la sucesión no estaba ni reglada, ni pactada, y en donde el acceso al poder estaba por completo sujeto a la voluntad del emperador, cualquier cambio en la jefatura del Imperio traía consigo no solo peligros, sino también nuevas oportunidades. La insaciable búsqueda de estas últimas era un peligroso motor de cambio.
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