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Blanca Gago

  • Berenice Torreshar citeretsidste år
    Llevaban casados cuarenta y siete años. Nadie podía decir cuán profundas se hundían las tercas y retorcidas raíces de la disputa. Solo ahora, cuando las necesidades de los demás ya no los mantenían encadenados el uno al otro, las raíces se volvían visibles, para quebrar la tierra entre ellos y, en su desgarro, sacudir a los hijos, crecidos hace tiempo.
  • Berenice Torreshar citeretsidste år
    «Con el vinagre que me ha ido derramando encima toda su vida, bien marinada estoy. ¿Cómo puedo ser ahora miel?»
  • Yessica Pugahar citeretsidste år
    comprendí por primera vez la fuerza de las palabras, comprendí que quien habla o escribe bien difícilmente estará solo.
  • Fernando Bravohar citeretfor 2 år siden
    camionero puede ver más cosas en la vida que un tipo que no sale de la oficina, y tiene cosas que decir, aunque nunca haya estudiado.
  • Fernando Bravohar citeretfor 2 år siden
    ser padre puede ser un curro, y no solo un «trabajo» para gente con traje y zapatos relucientes—.
  • Fernando Bravohar citeretfor 2 år siden
    Señorita, yo sería el bastón de su vejez
  • Fernando Bravohar citeretfor 2 år siden
    Hoy día solo quedan estos, los indiferentes, y algunos apasionados cuyo fervor linda con la histeria. Una humanidad disminuida.
  • Fernando Bravohar citeretfor 2 år siden
    no sería el fruto de su alma, sino del sexo —a menos que ambas cosas sean lo mismo—
  • Fernando Bravohar citeretfor 2 år siden
    un animal que se ha vuelto sordo y ciego de pánico y abandono.
  • Haroldo Piñahar citeretfor 3 måneder siden
    Los lectores de Claire Nature deben saber lo que es un almacén de carne, un matadero, tendría que haber visitas organizadas, que empezaran por la fachada, los puestos de las carnicerías, donde se encuentra muy barata la mejor carne de la ciudad, y las charcuterías más buenas, como Casa Lisette o El Buen Bistec, y que luego entraran por detrás, al patio, y allí se encontraran a los animales balando, mugiendo, en una especie de última reunión familiar donde se estiran las patas y se parpadea mucho al salir del camión, y en un rincón hay un montón de vísceras humeantes, y ahí es cuando la mirada de algunos animales empieza a cambiar, y los hay que se quedan inmóviles, como clavados en el suelo, así que tienen que picarlos con un gancho muy largo para que se muevan. Lo que viene después es el corredor de la muerte. Muy estrecho, solo pueden meter a los animales de uno en uno y, a cada lado de la pared, dos hombres agitan los ganchos para que todo sea más rápido. Las terneras son las que más se asustan. Han estado inmóviles durante meses para producir una carne blanca muy tierna, y ahora, que han llegado al corredor de la muerte les piden que corran, por primera y última vez en su corta vida. He visto a algunas saltar hasta una altura increíble, y a otras chocar violentamente contra la pared; esas bestias gordotas, de piel suave, que en su vida no han hecho más que beber, inmóviles, la leche enriquecida siempre a mano; el único esfuerzo consistía en alcanzar, al otro lado del tabique, el morro del vecino, para lamerlo como si fueran las ubres de la madre. El corredor de la muerte está oscuro como el establo, pero aquí los ojos brillan, los de los animales y los de los hombres, todos ellos reflejan una luz única: la que alumbra, al final del túnel, el lugar donde se mata.

    Ésto, pero trasladado a la vida laboral.

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