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Luis Villoro

El pensamiento moderno

  • Wilson Santoshar citeretfor 2 år siden
    El hombre se realiza a sí mismo, como Dios, creando.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    El descubrimiento de la libertad individual, gloria de la época moderna, no quedaría suprimido sino puesto en un nivel superior, al percatarnos de que la persona no puede llegar a ser plenamente libre ni realizar todas sus posibilidades sino en la comunicación y solidaridad con los otros hombres. La racionalidad que asegura el funcionamiento efectivo de la máquina económica y social, quedaría supeditada a la capacidad racional de decidir acerca de los fines últimos comunitarios que puede servir.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    Por desgracia, el socialismo no se presentó, en ese siglo ni en el siguiente, como una ruptura con la modernidad, pese a que ésta estaba ligada al capitalismo. Apareció, antes bien, como una variante del pensamiento moderno, al pretender fundarse en el racionalismo heredero de la Ilustración y al reivindicar para sí la ciencia y el progreso. El socialismo de los dos siglos recientes no se apartó tampoco de la visión tecnocrática de la sociedad considerada como un artefacto que construir. La socialdemocracia no logró superar el marco de la sociedad mercantil y de consumo, el «socialismo real» llevó a su extremo una concepción tecnocrática de la sociedad, según la cual le correspondía al partido edificar, conforme a un proyecto racional, el orden social entero, en todas sus partes.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    La conciencia de la necesidad de preservar nuestra morada conduce a una idea de las relaciones del hombre con la naturaleza: la naturaleza necesita del hombre para serle grata, pero el hombre depende de la naturaleza para ser hombre. En lugar de ver a la naturaleza como objeto que dominar, verla también como fuente de sustento a la cual podemos acudir, dispensadora de bienes, reveladora de secretos, receptáculo de energía y de belleza, detentadora de la última palabra para comprender al hombre; protegerla para ser protegidos por ella; recrearla a nuestra imagen para descubrir nuestra realidad por ella. Llegar entonces a la conciencia de que somos lo que la naturaleza nos hizo y, al mismo tiempo, que la naturaleza puede ser lo que nosotros hagamos de ella. Entonces, la naturaleza no se presentará como un material ciego ante el ojo del hombre, inerte ante su mano, sino como interlocutor cuya voz deberá escuchar. Para ser humano tengo la necesidad de responder a los intereses de la naturaleza, para ello, debo descubrir sus necesidades de subsistencia, no para expoliarlas a mi servicio, sino para preservarlas y acrecentarlas. El predominio de esta concepción puede ser asunto del futuro, pero empieza ya a abrirse camino en la conciencia de nuestra pertenencia a un medio ecológico sin el que no seríamos lo que somos.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    Al debilitarse las asociaciones comunitarias en que se integraban sus miembros para dar un sentido superior a sus vidas, al reducirse la sociedad a la suma de individuos, queda la persona individual sola frente al sistema abstracto que la regula y controla. Para la organización burocrática de las sociedades desarrolladas todos los individuos son homogéneos, intercambiables, esclavos de los mismos pequeños intereses personales, computables para las encuestas electorales o los pronósticos del mercado.
    Los cambios en la relación del hombre con la naturaleza, por una parte, con la sociedad, por la otra, son paralelos. Son dos facetas de la misma actitud. El mundo en torno, natural o social, tomado como puro objeto de la acción transformadora del hombre dirigida por la razón, se convierte en instrumento manejable, sobre el cual el hombre puede ejercer su dominio. El resultado es ambivalente. Porque puede conducir a la humanización de las cosas en torno, pero también a la cosificación del hombre. Por una parte, el hombre puede dibujar en la naturaleza y en la historia su propio rostro, por otra parte, al convertirlo todo en instrumento, puede llegar a convertirse él mismo en un engranaje de un proceso sin sentido. Así, la utopía renacentista puede desembocar en un mundo degradado en artefacto y en un hombre al que acecha la carencia de sentido.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    El individualismo fue inseparable del reconocimiento de la dignidad del hombre que proclamaron los humanistas del Renacimiento. Más tarde, dio lugar a la doctrina de los derechos humanos, inalienables, de todo hombre en sociedad.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    El predominio de la racionalidad instrumental, característico del pensamiento moderno, sirvió al dominio de la naturaleza, operó también el control de las fuerzas sociales. La racionalización de las relaciones sociales es la característica más importante del paso de las sociedades tradicionales a las modernas. Mientras las sociedades antiguas se orientaban por creencias y valoraciones indiscutidas, legadas por la tradición, la sociedad moderna se rige por un cálculo racional que determina cuáles son los procedimientos eficaces para lograr metas libremente proyectadas y subordina el comportamiento social a su realización
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    El predominio de la racionalidad instrumental, característico del pensamiento moderno, sirvió al dominio de la naturaleza, operó también el control de las fuerzas sociales. La racionalización de las relaciones sociales es la característica más importante del paso de las sociedades tradicionales a las modernas. Mientras las sociedades antiguas se orientaban por creencias y valoraciones indiscutidas, legadas por la tradición, la sociedad moderna se rige por un cálculo racional que determina cuáles son los procedimientos eficaces para lograr metas libremente proyectadas y subordina el comportamiento social a su realización.
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    ¿Pero qué sentido tiene el hombre? El hombre renuncia a leer en sí mismo un sentido inscrito en su «naturaleza», que le fuera otorgado por su sitio en el todo, él es la fuente que otorga sentido al todo. ¿No es entonces un vacío frente al todo del ente? Por otra parte, si no puede leer en su propia naturaleza un sentido dado, si sólo tiene el sentido que elija darse ¿no puede elegir para sí el sinsentido? ¿Por qué no sería todo absurdo? Detrás de la visión del hombre como opuesto al todo del ente se asoma, a la postre, el nihilismo.[2]
  • Bianca Beltránhar citeretsidste år
    A partir del Renacimiento el hombre no se vio a sí mismo sólo como objeto de la naturaleza sino como su agente. Adquirió, poco a poco, dominio sobre ella, hasta alcanzar un enorme poder. Y empezamos a alarmarnos por su uso. En efecto, al transformar a su imagen el mundo en torno, el hombre no creó una morada de mayor pulcritud y belleza, no convirtió la naturaleza en espíritu, como soñaron los renacentistas. Porque su obra obedeció a la codicia y al afán de dominio, más que al amor y a la inteligencia. La naturaleza fue transformada en servicio de nuestras necesidades, es cierto, pero también fue socavada, expoliada, hasta inhabilitada como morada del hombre, fue sometida al capricho humano, reducida a simple instrumento de sus intereses.

    La destrucción de la naturaleza por la técnica obedecía a una actitud más profunda: la degradación de los entes naturales en meros objetos. Al reducir el mundo a un material que debe ser dominado y transformado, las cosas dejan de tener un sentido intrínseco, sólo adquieren el sentido que el sujeto humano les atribuye. El hombre deja entonces de escuchar lo que tengan que decirle las cosas, para exigir que se plieguen al lugar que les señala en su discurso. El árbol solitario ya no es esa vida extraña cuyo sentido es desarrollarse en plenitud, florecer, albergar las aves, ofrecer sus ramas al sol, en comunión con la riqueza inagotable del universo; su sentido no le está dado por su relación con el todo. No, el árbol es ahora un caso que comprueba las reglas que mi razón ha descubierto, o bien es un espécimen que puedo medir, calcular, ordenar según mis categorías; de cualquier modo es una instancia que cae en alguna de mis clasificaciones. Es también un útil: madera para cortar, soporte para edificar, adorno tal vez para disfrutar. En realidad ni siquiera pregunto si su vida tiene un sentido propio, no trato de escucharlo, porque sé que sólo es un material dispuesto a revestirse del sentido que yo le presto.[1]
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