Engrandeced a Nuestro Dios

Cuidemos a la gente cuidando la manera en que nos expresamos, para no ser piedra de tropiezo. Seamos en su lugar un escalón para que las personas suban más alto en su relación y conocimiento de nuestro querido Dios. Escúchate a ti mismo y corrígete.

Si solo soy un profesional lo único que voy a lograr es impresionar a los oyentes, y van a salir de ahí diciendo, “qué bien toca”, pero si soy un ungido de Dios van a salir de ahí diciendo “qué fuerte estuvo la presencia de Dios, tengo que cambiar mi vida.”

Alguien dijo que cuando hay humo en la cabeza es señal de que el fuego del corazón ya se apagó.

Si verdaderamente adoráramos al Señor todos los días, como corresponde, responderíamos correctamente ante las circunstancias adversas da la vida diaria.

La mediocridad trae desánimo, tanto al mediocre como a los que lo rodean. Seamos una fuente de gozo para nuestro Dios y una fuente de inspiración pum Su pueblo.

Si tú puedes cantar un canto y a la vez estar pendiente de quién falta y quién ya llegó, si estás pendiente de la hora o recordando todo lo que tienes que hacer mañana, me parece que ya necesitas renovar tus cantos.

Es nuestro espíritu el que debe mandar, no nuestra alma. El alma está sujeta a sus emociones, sentimientos, razonamientos y pensamientos. Aunque todo eso es parte de nosotros no debe ser la parte que dirija sino nuestro espíritu conectado a Su Espíritu.

Solo el saber que por mi desempeño en ese puesto con el que Dios me ha honrado se puede ganar o perder un alma debe caer sobre mí la eterna responsabilidad de desarrollar ese cargo lo mejor que pueda y con la mayor sencillez y humildad posible.

Jamás podremos guiar a la gente a la presencia de Dios para que ahí sean transformados si hay orgullo en nuestros corazones. Fue orgullo lo que provocó que Satanás fuera arrojado del mismo cielo.

así es aceptar a Jesús. No es un cambio de religión, sino un cambio de reinos, pues eres trasladado del reino de las tinieblas al Reino de Luz de Su Hijo amado (1 Pedro 2:9).