El mundo de los animales

En cada refugio de castores convive una familia entera: la pareja adulta, sus crías mayores y las más pequeñas. La pareja dura toda la vida y solo tiene una camada al año. Así, una familia de castores suele consistir aproximadamente en una docena de animales a la vez. Todos, salvo los más pequeños, participan en las labores de construcción.

Justo antes de que llegue el invierno, añaden una gruesa capa de barro sobre la superficie de su madriguera. Esta capa suplementaria se endurecerá al congelarse e impedirá la entrada de los depredadores hambrientos que anden merodeando. La familia de castores se mete entonces en la madriguera y se junta para darse calor.

Una vez que los ríos se han helado, pueden nadar bajo el hielo hasta la despensa vecina, sacar un palo o tallo, que se habrá conservado en el agua gélida tan fresco como en un refrigerador, y llevarlo de vuelta a la madriguera. Allí comen tranquilamente, mientras el tiempo hace estragos fuera.

En algunos sitios, los grandes diques han sido utilizados una y otra vez, a través de las estaciones. Al morir los castores originales, llegaban otros nuevos y añadían algo al dique. En una ocasión, se descubrió un dique que tenía mil años. Era la versión castórea de la Gran Muralla china.

A veces, los grandes felinos quedan gravemente heridos por las salvajes coces de la manada enfurecida. Se dice que, en una ocasión, las cebras llegaron incluso a atacar a un hombre. Un cazador furtivo que había matado un potro fue coceado y pisoteado a muerte por la familia.

Esto significa que las cebras tienen tres maneras de reconocerse unas a otras: por el olor corporal, por las rayas del pelaje y por la voz. El olor les sirve cuando están cerca unas de otras, o por la noche. Las rayas les sirven cuando no están demasiado lejos. Y la voz, cuando están a gran distancia unas de otras. Poseer estas tres maneras de comunicarse es de gran ayuda para un animal que tiene que permanecer en grupos familiares si quiere sobrevivir.

Al pasar los días, la joven cebra irá reconociendo todos los miembros de la manada, no solo por el olor, sino también por los detalles de sus rayas blancas y negras. Cada cebra tiene su propio diseño y, como sucede con las huellas dactilares de los seres humanos, no hay dos exactamente iguales.

La cebra es el caballo salvaje de África. Puede que parezca muy distinto de nuestros conocidos caballos domésticos pero, bajo su hermoso manto, es el mismo tipo de animal que el que vemos en las cuadras o en las pistas de carreras.

Todo animal vivo actualmente en la Tierra ha encontrado su propia solución al problema de la supervivencia. Para los zoólogos, cada animal es un reto. Queremos descubrir los secretos que hacen posible este fenómeno en un mundo tan competitivo.

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