Y era tan pasota como mi abuelo: menos dos o tres cosas en la vida, todo les daba igual, no se alteraban por nada, no se dejaban arrastrar por el tumulto, pero eran generosos y magnánimos, todo el mundo les quería (o yo les quería). Creo que ese tipo de pasotismo positivo que en realidad no es más que una forma de tolerancia extrema ha pasado de moda. Es una lástima, era gente que hacía lo que se tenía que hacer, sin enfadarse ni indignarse y sin importarles nunca lo que fuesen a pensar los demás.