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Jules Barbey d’Aurevilly

Las diabólicas

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  • b5226951556har citeretfor 4 år siden
    soledad en la que yo vivía no pesaba en absoluto sobre mi alma, tranquila como las montañas de mármol rojo que rodean Sierra Leona. No sospechaba que bajo el mármol durmiese un volcán. Me hallaba como en un limbo de antes de nacer, pero habría de nacer y recibir por una sola mirada de hombre el bautismo de fuego.
  • b5226951556har citeretfor 4 år siden
    Ahora —continuó ella— ya no me encuentro sino en la embriaguez de la venganza. Pero la llevaré a cabo lo bastante profundamente —añadió con violencia reconcentrada— para morir en esa venganza, como los mosquitos de mi país, que mueren, hinchados de sangre, en la misma herida que ellos han abierto.
  • b5226951556har citeretfor 4 år siden
    creía ver cómo corría el fuego hasta por las cornisas de esa habitación, abrasada por sus sensaciones, estaba ahora desembriagado, helado, aplastado.
  • b5226951556har citeretfor 4 år siden
    belleza es sólo una. Sólo la fealdad es múltiple, y aun su multiplicidad se agota pronto. Dios quiso que lo infinito residiese sólo en la fisonomía, porque la fisonomía es un emerger del alma a través de las líneas correctas o incorrectas, puras o atormentadas, del rostro.
  • b5226951556har citeretfor 4 år siden
    Para él, en efecto, esa mujer, que caminaba delante con sus ondulaciones, cual una ola, no era sino una mujer de la más baja estofa. Mas poseía tal belleza que uno podía asombrarse de que ésta no la hubiese elevado a una clase más alta; que no hubiese encontrado un aficionado que la hubiera salvado de la abyección de la calle, porque en París, cuando Dios planta allí a una mujer hermosa, el Diablo le da la réplica y planta allí inmediatamente un bobo capaz de sostenerla.
  • b5226951556har citeretfor 4 år siden
    La civilización extremada quita al crimen su poesía espantosa, y no permite al escritor devolvérsela. «¡Sería demasiado horrible!» —dicen las almas que quieren que todo sea embellecido, incluso lo espantoso—. ¡Beneficios de filantropía! Criminalistas imbéciles disminuyen la pena, y moralistas ineptos disminuyen el crimen, y aun no lo disminuyen sino para disminuir la pena.
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