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Gioconda Belli

Gioconda Belli

  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    DISCURSO DE LA PIEL
    Y DIOS ME HIZO MUJER
    Y Dios me hizo mujer

    de pelo largo

    ojos

    nariz y boca de mujer
    con curvas

    y pliegues

    y suaves hondonadas
    y me cavó por dentro

    me hizo un taller de seres humanos
    tejió delicadamente mis nervios

    y balanceó con cuidado

    el número de mis hormonas
    compuso mi sangre

    y me inyectó con ella
    para que irrigara

    todo mi cuerpo nacieron así las ideas
    los sueños

    el instinto

    todo lo que creó suavemente
    a martillazos de soplidos

    y taladrazos de amor

    las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días

    por las que me levanto orgullosa
    todas las mañanas

    y bendigo mi sexo.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    VII

    He oído la lengua de mis antepasados,

    en sueños.

    En sueños he escuchado sus risas.

    Paciente la paciencia,

    la resistencia.

    Siglos de silencio, de espera.

    El tiempo fluido haciendo espirales,

    subiendo desde los desiertos de la Patagonia,

    cruzando los Andes, las cordilleras, el trópico húmedo,

    las praderas de los búfalos.

    El hombre de las grandes ciudades destruye su mundo.

    El hambre, la violencia, cava túneles bajo sus pies,

    socava los cimientos de los ídolos forasteros.

    Los ojos de América aguardan el retorno de Quetzalcóatl

    —la serpiente emplumada—

    He oído la lengua de mis antepasados

    en sueños.

    Sueños que nunca duermen.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    VI

    La Tierra nos salvó, la sangre, el color de las frutas,

    el vahído del viento en los desfiladeros de Machu Picchu.

    Se apropiaron de todo, pero la Tierra nos seguía cantando,

    las Cataratas del Iguazú, el Titicaca, el Orinoco, la

    Pampa,

    Atitlán, Momotombo, Tikal, Copán.

    La Tierra conocía el toque de nuestras manos:

    Los volcanes nos hablaban; los ríos nos lavaban las lágrimas,

    la selva nos escondió.

    A ellos los acababa la nostalgia.

    El oro les cobraba su precio. Se mataban entre sí.

    Se hundían sus barcos. Sus hijos los desconocían.

    En los vientres de nuestras mujeres se fueron extinguiendo.

    Sus genes hirvieron en el cacao

    y no se reconocieron en sus descendientes.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    V

    ¿Quiénes somos?

    ¿Quiénes son estos hombres, estas mujeres sin lengua,

    escarnecidos por su color,

    por sus pieles, sus plumas y sus adornos?

    Para que no leyéramos más que sus códices,

    quemaron los nuestros en altas piras incendiarias.

    Nuestra historia, nuestra poesía, los anales de nuestros pueblos

    nos llenaron de humo los cuencos de los ojos,

    nos llenaron de lágrimas las entrañas.

    Ardieron los amates pintados cuidadosamente por los

    escribas.

    Ardieron las historias que nos hacían ser lo que éramos.

    ¡Cómo aullaban los viejos en las plazas

    viendo arder los nombres de sus padres en el fuego!

    ¡Ah! ¡noche larga, noche triste de las cenizas!

    Noche en que nos quedamos sin manos,

    sin lengua, desmemoriados.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    IV

    He oído la lengua de mis antepasados

    en sueños.

    En sueños he escuchado sus gritos.

    El crujir de sus genitales,

    el dolor de los partos mestizos,

    de los hijos de las violaciones.

    Ya no pudimos nombrar a los niños

    con nombres de flores, de cactos, de árboles de constelaciones.

    Aprendimos a contar el tiempo con sus medidas

    y llamamos a los días con sus nombres extraños.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    III

    No triunfamos.

    Éramos inocentes y hablábamos a la Tierra con respeto,

    como huéspedes, no como Señores.

    Sacrificábamos la Vida al Sol

    ellos, en cambio, se la ofrecían al oro,

    que no hace más que imitarlo.

    La Tierra era nuestra cómplice.

    La honrábamos, la celebrábamos.

    Ellos no amaban la Tierra,

    la despojaban como si les perteneciera,

    igual que nos despojaron a nosotros

    como si también les perteneciéramos.

    Nos obligaron a usar sus palabras

    a vestirnos con sus ropas

    Nos obligaron a adorar al Dios

    que ellos mismos habían crucificado

    Ni siquiera de la culpa que sentían por su muerte nos eximieron

    diciéndonos que también había muerto por nosotros

    y que teníamos que pagar con nuestras vidas

    el pecado de no conocerlo
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    II

    Ocultamos nuestros Dioses,

    nuestros mitos,

    bajo la púrpura vestidura de sus santos.

    Recreamos su idioma.

    Lo rehicimos nuestro,

    le hicimos decir la lluvia torrencial,

    y el dulce ulular de la quena,

    la altura de los Andes,

    y la selva impenetrable del Amazonas.

    Nos cambiamos los nombres para sobrevivir,

    pero el mundo lo nombramos

    con códigos y códices que aún ahora les son indescifrables.

    Nos quisieron cambiar de piel,

    pero untamos de cacao sus genes

    para engendrar el chocolate claro

    y el chocolate quemado:

    hombres y mujeres de chocolate

    poblando de nuevo el Continente

    del Trueno y la Desolación

    Reconstruimos nuestras ciudades magníficas

    México, Buenos Aires, Lima, Río

    y guardamos en lo más hondo de nuestras tinajas

    la sabiduría de nuestra memoria avasallada.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    AMÉRICA EN EL IDIOMA DE LA MEMORIA
    I

    He oído la lengua de mis antepasados en sueños.

    He visto sus figuras en habitaciones confusas,

    que sólo puedo nombrar con el habla ajena

    de quienes para siempre los confinaron

    a la región de las sombras.

    No entiendo sus palabras,

    pero en los sueños se alargan como palmeras,

    brillan como las plumas del Quetzal.

    ¿Cómo habrán sido los mercados en Tenochtitlán,

    el pregón de los vendedores de penachos de papagayo,

    la voz de la mujer ofreciendo quequisques o yuca,

    la sombría voz del vendedor de papas?

    ¿Con qué palabras sonando a río o aguacero,

    se declararían el amor el héroe del juego de pelota

    y la muchacha dulce con las cestas de jipijapa?

    Las palabras de los pueblos se parecen a sus montañas

    y a sus lagos,

    se parecen a sus árboles, a sus animales.

    ¿Cómo sería la lengua que hablaría de los ceibos

    y los jaguares,

    de la luna incandescente y ecuatorial,

    de los volcanes erectos?

    He oído la lengua de mis antepasados

    en sueños,

    en habitaciones confusas que sólo puedo describir

    con la lengua del despojo.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    RELOJ DE ARENA
    Muy pronto

    no me quedará de vos

    más que las fotos fantasmales de la infancia

    esas imágenes apagadas de una realidad

    para siempre perdida y para siempre inalcanzable:

    esas fotos donde posás con tu traje de basquetbolista de los Grifos

    tus piernas torneadas y fuertes

    bajo la calzoneta satinada

    —esas mismas piernas que ahora apenas te sostienen—

    Tu mirada en estos días

    me recuerda los globos y su manera de flotar leves

    sobre el aire.

    ¿Cuánto de vos se ha ido ya?

    ¿Cuánto de vos se aferra aún a las bolsas de arena,

    al lastre que tirarás por la borda

    hasta que al fin te alcés en tu nave de colorines

    y te perdás detrás de las nubes

    tu mano trémula haciendo el último esfuerzo

    por decir adiós?

    Has regresado a una niñez desvalida

    ya sin juegos, sin nada que aprender.

    Te hablo como a un párvulo.

    "Todavía faltan unos pasos para llegar a la grada, papá.

    Esperá, no levantés el pie todavía".

    Y me obedecés con un aire entre arisco y agradecido

    porque en tu percepción de vos mismo

    los ecos del pasado tienen más realidad que éste tu presente

    a tientas.

    Serio y callado,

    íngrimo como un náufrago

    en la cascarita de nuez de tu cuerpo

    tu voz ya sin aire en la garganta

    te deshacés frente a mí.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    SOBRE LA TUMBA DE MI MADRE
    Qué amiga es aquella

    que una tarde de agosto

    te acompaña a la tumba de tu madre,

    te escucha hablar del complicado amor

    que sentiste por ella

    y en un gesto

    que cuantos la queremos sabemos le pertenece

    se instala como si en una poltrona

    sobre la lápida

    cruza las piernas

    saca un cigarrillo de la cartera

    te invita a fumar otro

    y a conversar

    sobre esto de ser mujer

    y sobre esas otras mujeres

    las madres que nos parieron

    y que idas de vuelta a la tierra

    cargando sus interrogantes y las nuestras

    siguen estando.

    Nos preguntamos

    por qué extraña aleación química

    o larga sucesión de entendidos y desentendidos

    dieron a luz

    amigas como nosotras

    que nos sentamos a fumar sobre sus tumbas

    sin ceremonia

    pero con el mejor amor

    de hijas cómplices

    e irredentas.
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