El armario de acero

Solo quería mostrarles a dos gais felices.

los juegos de rol no le gustan, son inocentes pero peligrosos, se parecen a las sectas, hay algo en ellos que no te deja ser libre

Y en eso era en lo que pensaba en aquel frío mes de abril. La victoria se acercaba. La primavera, en cambio, no acababa de llegar.

Sentí su sabor, salado y limpio, en mi boca, y sentí la pelusilla tierna de su bigote restregándose para siempre en mi dura barba de tres días. Sentí sus dientes suaves y nacarados en mi lengua, y sus labios temblorosos unidos a los míos.

en aquella época, todavía era posible cazar algo que no molestase con su inteligencia ni aburriese con su ideología

te quieren, pero se avergüenzan

Cruzamos la frontera

del amor y del desprecio.

¡No le mires a los ojos

cuando lo poseas!

¡Y no rompas, hombre, no rompas

las alas de un ángel!

No seduzcas al ángel, amigo mío, si te vas a quedar aquí.

Ser zombi es difícil los primeros cien años