Dennis también vivía solo, en un piso de tres habitaciones sin apenas muebles, con la cocina llena de botellas y la sala convertida en un estudio donde pintaba acuarelas. Parecía haberse decidido por una forma de vivir caótica que le permitiese combinar sus pinturas y sus largas sesiones de lectura. Un estudio sobrio en su Vida Solitaria. Al parecer había olvidado su matrimonio por completo, como si fuera un recuerdo que no puede volver a ensamblarse después de una irrevocable ruptura con el pasado. Se le veía algo más frágil. Mientras fumábamos y mirábamos el jardín a través de una ventanita, tuve la sensación de que en el interior de Dennis se había apagado un interruptor, y que había decidido que aquél sería su último lugar de descanso.