Gran bola de mozzarella: es justamente eso
lo que pediría en mi última cena minutos antes
de ser ejecutada. Miren con atención
mi bola blanca, un líquido lechoso se desprende
al abrirla. Es suero, es cuajo, es creación humana
a base del alimento primigenio.
Gran bola de mozzarella, que el vínculo
que nos mantiene unidas me proteja por siempre
de las calamidades que me esperan
detrás de cada esquina de mi muerte.
Lo que no logró hacer la medallita
de la Virgen del Carmen lo haces tú, gran bola blanca
de placer que resumes Italia en este único día
de mi resurrección.