Poesía continua & Deber de urbanidad

Ciudad luminosa expatriada en el crepúsculo,

presta su lenguaje a tu palabra,

confía a su fijeza tu mirada en aflicción.

crece en impaciencia la hora tenaz, mediodía de todos

los eclipses.

apacigua nuestra victoria palmo a palmo

sobre la certidumbre inhabitable.

Contagia tu propia lentitud en la derrota a nuestro

enardecimiento de fundirnos en la unanimidad de la

mañana.

No hay un corazón que late al centro de cada cosa

ni rehúye el vacío los parajes en torno.

Ahora que hablas a tu propia palabra

mientras deslíes en la yema de los dedos

la arenilla de su tacto.

Alienta tu plazo más impaciente,

bebe de tu sed a manos llenas.

El tiempo es piel, tatuaje tu espera.

Nostalgia de harina en el molino atascado.

humus otoñal supo guardar memoria de tus pasos

pero ignora siempre tus raíces.

Acerca cada día la Ciudad al Bosque.

Tejida de Laberinto y de Intemperie

la noche, templo y cadalso, desata los perros

y vacía los espejos.