Nina quiere suicidarse porque ya no soporta la vida tras la muerte de su hija Paula. Sus amigas, mujeres incomprendidas y rechazadas por la sociedad, intentan ayudarla, pero nada la puede convencer de lo contrario. «Ojalá los padres y los hijos vivieran para siempre. Pero eso no es posible y la gente que uno ama se muere y no nos queda más que ser valientes y hacernos pichí en la calle», dice Erika, la mujer que toca el timbre, mientras alguna de sus heridas sangra. Tal como sangra el pájaro de Paula en el basurero con un tenedor enterrado en el pecho. Esta es una obra de madres e hijas. De mujeres que mueren y de mujeres que intentan sobrevivir a esas muertes. Y es también la agonía trágica de un pájaro encerrado que se decide a abrir su jaula para lanzarse y volar. Así describe la escritora, actriz y dramaturga Nona Fernández esta obra de Carla Zúñiga, un texto que sorprende dentro de la escena teatral chilena por su humor negro y ácido.