Las primeras semanas que él y yo salimos no me cupo duda de que quería permanecer ahí por tiempo indefinido. Me gustaba todo lo que veía de él, me sentía atraída por su hermetismo, que era algo que siempre deseé en la primera parte de mi vida, soledad. Para mí cambiar de rumbo fue dejar atrás una multitud de voces y pasos de los que nunca me sentí parte. En cambio él sabía que adonde fuera estaría acompañado