Hasta hace unos quince años los cristianos veían a la psicología como algo hostil al evangelio.
Permítase que alguien que profesa el nombre de Jesús bautice la psicología secular y la presente como algo compatible con la verdad de la Escritura, y la mayoría de los cristianos se sentirán felices tragándose una cicuta teológica en forma de «intuiciones psicológicas».