Renuncia a la obesidad

Por nuestro bien, debemos mantener con gran cuidado:
— la higiene mental;
— la higiene alimentaria;
— la higiene física.

Sólo se hace bien lo que se comprende y lo que se acepta.

Los trastornos psicológicos profundos suelen relacionarse con vanas expectativas de reconocimiento

calmen su hambre del momento, pero no forzosamente la de sus células, ansiosas de una aportación alimenticia vivificante.

Ya no se anda con rodeos, es consciente de que nadie puede controlarse por usted, disciplinarse por usted, adelgazar por usted.

Déjese impregnar por su efluvio tranquilizador que le invita a animarse y apreciarse.

futuro… Pero ¿qué es el futuro? Pura ilusión, espejismo, espejismo, con el que se seduce para embaucar mejor.

El pasado? Ha sido. Ya no es. Y nunca volverá a ser.

El síndrome de la obesidad puede reflejar un enorme vacío afectivo, una incomprensión del entorno, una infravaloración de uno mismo, hasta el punto de buscar refugio en la satisfacción inmediata que procura el acto de comer.

La comprensión, el respeto y la ternura que el cuerpo necesita para reestructurarse le permitirán remodelarse en proporción y salud.