Alessandro Baricco

Novecento

  • Lu Avila Sanchezhar citeretfor 4 år siden
    Uña y carne. Y para siempre. Nos pasamos todo el tiempo contando lo que podría costar en dólares todo lo que habíamos roto. Y cuanto más subía la cuenta, más nos reíamos. Y si pienso en ello, me parece que aquello era ser feliz. O algo parecido.
  • Irasema Fernándezhar citeretfor 4 måneder siden
    Imagínate: un piano. Las teclas empiezan. Las teclas acaban. Tú sabes que hay ochenta y ocho, sobre eso nadie puede engañarte. No son infinitas. Tú eres infinito, y con esas teclas es infinita la música que puedes crear. Ellas son ochenta y ocho. Tú eres infinito. Eso a mí me gusta. Es fácil vivir con eso. Pero si tú /

    Pero si yo subo a esa escalerilla, y frente a mí /

    Pero si yo subo a esa escalerilla, y frente a mí se extiende un teclado con millones de teclas, millones y trillones /

    Millones y trillones de teclas, que nunca se terminan y ésa es la verdad, que nunca se terminan y que ese teclado es infinito /

    Si ese teclado es infinito, entonces /

    En ese teclado no hay una música que puedas tocar. Te has sentado en un taburete equivocado: ése es el piano en el que toca Dios /

    ¡Por los clavos de Cristo!, pero ¿tú viste aquellas calles? /

    Contando sólo las calles, las había a millares, ¿cómo os las arregláis para escoger una? /

    Para escoger una mujer /

    Una casa, una tierra que sea la vuestra, un paisaje para mirar, una forma de morir /

    Todo ese mundo /

    Ese mundo encima que ni siquiera sabes dónde acaba /

    Y cuánto hay /

    ¿No tenéis miedo de acabar destrozados sólo con pensar en esa enormidad, sólo con pensar en ella? Y para vivirla... /

    Yo nací en este barco. Y por aquí pasaba el mundo, pero a razón de dos mil personas cada vez. Y aquí había también deseos, pero no más de los que caben entre una proa y una popa. Tocabas tu felicidad sobre un teclado que no era infinito.
  • Berenice Torreshar citeretfor 9 måneder siden
    Sabía escuchar. Y sabía leer. No los libros, eso lo sabe hacer cualquiera, sabía leer a la gente. Los signos que la gente lleva encima: lugares, ruidos, olores, su tierra, su historia...
  • Berenice Torreshar citeretfor 9 måneder siden
    «No estás jodido verdaderamente mientras tengas una buena historia a cuestas y alguien a quien contársela.»
  • Berenice Torreshar citeretfor 9 måneder siden
    El océano era su casa. En cuanto a la tierra, bueno, nunca la había pisado.
  • Irasema Fernándezhar citeretsidste år
    El final, si es tan amable, ¿podría indicarme el final?
  • Ann Lophar citeretsidste år
    us manos, su cara, el océano alrededor. Iba tirando a base de fantasía y de recuerdos, y es lo que único que puedes hacer, a veces, para salvarte, no hay nada más. Un truco de pobres, pero que siempre funciona.
  • Ann Lophar citeretsidste år
    Danny Boodmann T. D. Lemon Novecento bajaría del Virginian en el puerto de Nueva York, un día de febrero. Después de treinta y dos años de vivir en el mar, bajaría a tierra, para ver el mar.
  • Ann Lophar citeretsidste år
    «Hace treinta y dos años que estás viendo el mar, Novecento.»
    «Desde aquí. Yo quiero verlo desde allí. No es lo mismo.»
  • Ann Lophar citeretsidste år
    reo que se le pasó por la cabeza que podría aprender algo. Algo nuevo. Así era él. Un poco
fb2epub
Træk og slip dine filer (ikke mere end 5 ad gangen)