Sé imparable

—¿Estás listo para decirme lo que quieres abandonar para poder aprender el código?
—Sí, lo estoy —respondió Tim, mientras se le tensaba la espalda.

—Yo… yo querría aprender el código, Peter —tartamudeó Tim, consiguiendo finalmente sacar la respuesta—. He pensado mucho sobre ello y quiero aprenderlo.

Quiero aprender todo lo que pueda sobre ellas y, más aún, quiero aprender cómo arreglarlas por si alguna vez algo va mal, como podría suceder si golpeamos un banco de arena.

—Un capitán sabio me dijo una vez «confía, pero verifica».

Mi actitud es, «si no estás mejorando tu barco, entonces no estás mejorando, y cuando dejas de mejorar, empiezas a frenar». Y no estoy listo para reducir mi velocidad, Tim, ¿me sigues?

—Estoy verificando los trabajos que acaban de finalizar en el Persistencia —dijo Peter con calma mientras dejaba caer sus aletas en el muelle y comenzaba a quitarse el tanque de buceo—.

Mientras saludaba al capitán de la gabarra, la satisfacción se reflejaba en su rostro, como diciendo «gracias por ayudarme a entender mi porqué».

En ese preciso momento, su mente cambió de rumbo. No quería vivir su vida cumpliendo los sueños de otros capitanes. Quería trazar su propia trayectoria. Quería perseguir sus propios sueños y estaba dispuesto a sacrificarlo todo para vivir ese tipo de vida.

¿Por qué querría alguien pasar el resto de su vida siendo remolcado y sin poder decidir qué hacer?

Pero Peter no había tomado ese camino sino que había elegido abandonar la seguridad de la flota para seguir su propia trayectoria. ¿Podría Tim hacer lo mismo? ¿Podría elegir la suya? Cuando la fatiga se apoderó de él, las dudas llenaron su mente. ¿Cómo iba a ser capaz de navegar en alta mar cuando no había podido siquiera cruzar la bahía el día anterior?