Si preferís que no asista, no hay problema por mi parte —dijo Astrid—. Sé que no soy una Pantera de las Nieves, he llegado al grupo algo tarde y de forma forzada. Me ha costado entrar, lo sé. Lo aceptaré. En cualquier caso, tenéis mi amistad y en lo que pueda siempre ayudaré a las Panteras.
Egil sonrió.
—Tú has demostrado que eres de los nuestros. Salvaste la vida de mi hermano y no lo olvido.
—Pero no pude evitar que muriera…
—Nadie pudo.
—Fue el Asesino Natural veterano —dijo Viggo—. Él puso la aguja envenenada.
Egil asintió.
—Astrid, puedes unirte a las reuniones como Pantera de las Nieves honorífica —le dijo con una sonrisa.
—¡Oh! Es todo un honor —dijo ella con una enorme sonrisa. Le hizo un gesto de felicidad a Lasgol que le sonrió de vuelta.
—Esto merece un brindis —dijo Viggo que pidió otra ronda al posadero.