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Ricardo Garibay

Oficio de leer

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  • Talia Garzahar citeretsidste år
    obra, y ciego la continuó, sin más. (“Me explico eso —dice Vlady el pintor— porque el talento, la visión extraordinaria de Zúñiga está en sus manos, en el amor de sus manos, en la palpitación que transmite con sus manos a la materia.”) Y ciego ha esculpido noventa y cuatro piezas. Barro. De quince a cuarenta centímetros.
  • Talia Garzahar citeretsidste år
    –Vive enteramente ciego. En 1989, en tres meses perdió la vista. Las radiaciones quemaron el nervio óptico. Y siguió trabajando de modo natural. Ni una lamentación, ni una queja. Su vida ha sido día con día su obra, y ciego la continuó, sin más.
  • Talia Garzahar citeretsidste år
    –A qué horas trabajas.
    –A todas horas —dijo.
    –A todas horas —dije. ¿Nunca descansas?
    –No —dijo y acentuó un poco su apacible bonhomía.
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    “Este río de agónicas lágrimas, digámoslo ya, dejará para siempre en los ojos de Jesús una marca de tristeza, un continuo, húmedo y desolado brillo, como si, en cada momento, hubiera acabado de llorar”.
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    “Podíamos hablar sin bajar la voz, ir y venir sin ver aparecer la enorme silueta de tía Valerie, que no sabía dónde meterse, y que arrastraba sus gruesas piernas como grilletes de presidiario.”
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    “Para eso había venido, para atrapar los peces en su elemento, para, en la naturaleza, convertirse en un animal inteligente.”
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    “De aquel hombre exaltado, de rostro atormentado y ojos febriles, sólo quedaba, a la hora en que el amor hubiera podido florecer, un bebedor de aperitivos, un jugador de cartas”.
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    Y a través de las ganaderías
    hubo un aire de voces secretas
    que gritaban a toros celestes
    mayorales de pálida niebla.
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    Pasaba con un dejo de azucena que piensa...
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 år siden
    “Me tumbé junto a ella. Ella se puso de lado, apoyando en mi brazo su cabeza. La miré. Todo el cielo y toda la tierra corrían por aquellos ojos. Nos miramos. Tuve la sensación de que podía caer dentro de aquellos ojos.”
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